La frase del título de este post pertenece a la película Laberinto.
Sí, aquella de David Bowie.
Me costó empezar a escribir esta síntesis. Evitar que fuera
un recuento de tareas hechas, aprendizajes realizados, debates e intercambios…
empezaba por la fortaleza de una herramienta y rápidamente me daba cuenta que
no era por dónde quería ir. Tomaba un intercambio y terminaba en una
herramienta. Era como un laberinto del que no podía salir.
Hasta que me di cuenta que, más allá de las herramientas y
los aprendizajes, más allá de los intercambios y las tareas… Había una
constante en cada uno de mis pasos por el curso: Repensar la finalidad de la
evaluación, repensar su metodología y su efecto, y a partir de esto, repensar
los procesos de enseñanza.
Es por esto que el recurso más fuerte me resultaron las
rúbricas. Transparentan los objetivos para el alumno y le permiten hacer
autoevaluaciones periódicas para crecer y mejorar. Creo que es un recurso
abierto al diálogo que fomenta el intercambio y las devoluciones, haciendo más
visible el proceso de análisis y crecimiento del alumno.
Mucho discutimos en su momento sobre las posibles desventajas
que podían tener las rúbricas. Creo que el principal es que deben pensarse
cuidadosamente para que sirvan como guía y base de devoluciones, pero sin limitar
al alumno a ir más allá de lo que allí se explicite. Que la rúbrica no le
coarte otros caminos, tal vez distintos, pero que también pueden derivar en
aprendizajes significativos.
Y allí es donde empecé a repensar los procesos de enseñanza y,
sobre todo, sus objetivos. Si estos objetivos son que el alumno realce un aprendizaje
significativo, que desarrolle poder de análisis con un criterio científico, que
comience a experimentar la validación de información y de otras opiniones… mis
estrategias de enseñanza deben apuntar a eso, y también las instancias de
evaluación.
Creo que las TICs pueden aportar herramientas sólidas para
enriquecer estos procesos. Los documentos en línea que permiten los aportes
colaborativos son una herramienta a explotar para evaluar los procesos de
aprendizajes (y no tanto sus productos). Los blogs permiten, no solo el aporte
de los otros (pares y docentes), sino que también dan la posibilidad de
explicitar qué es lo que se hace con esos aportes.
Re-dimensioné el portfolio como una herramienta útil para la
evaluación, no desde un “testamento” de trabajo sino apuntando al análisis e interconexión
de los mismos. Una herramienta que apunta a procesar los aprendizajes, a
concluir a partir de ellos y a crear nuevos puntos de partida.
Esta síntesis es también una forma de plasmar los nuevos
puntos de partida que yo encontré a partir de este curso.
Me propongo seguir
repensando mis estrategias de enseñanza y evaluación a fin de enriquecerlas
para acercarme cada vez más a esa casi utopía del aprendizaje consciente, significativo,
colaborativo, sumativo y duradero.
Fue un placer haber compartido este curso con este grupo de
colegas y tutores. Realmente lo disfruté mucho. Espero que, en el futuro,
nuevos desafíos nos vuelvan a encontrar para seguir construyendo juntos.
¡Abrazos!
Caro